El 28 de junio de 1969, apenas 200 trans, bisex, maricas, putas y chaperas, tranmaricabollos precarias, sin curro, sin casa, hartas del acoso policial se levantaron contra la transmaribibollofobia, contra el racismo, el clasismo y la putofobia. Cuarenta y siete años después, la policía volvía a cargar contra las transmaricabollos que tomaban las calles en repulsa por la la masacre de Orlando, perpetrada por un estadounidense racista, homófobo, y fetichista de las armas y los cuerpos de seguridad.
Pero nuestro duelo transmaricabollo se extiende a los más de 100 asesinatos en lo que va de año en Brasil, a la matanza en otro local de ambiente en México, país donde también están exterminando a su propio profesorado, y a los travesticidios en Argentina. Cómo no hablar de la nueva ley de pruebas anales de Kenia, de la transhomofobia en Rusia, de las transmaricabollos atrapadas en el CETI de Melilla y en los CIES, de los lanzamientos de gays de las azoteas en Siria, del Pinkwashing yanqui-israelí, de los asesinatos sociales -mal llamados “suicidios”- de adolescentes transmaricabollos por todo el planeta, que vienen a recordarnos que la lucha sigue y que no hay tregua para la resistencia y la autodefensa transmaricabollo.
¡Y no! No vamos a permitir que instrumentalicen islamofóbicamente, ni de ninguna otra forma nuestro duelo y nuestra lucha. La homofobia y la transfobia son trasversales a todas las culturas, sociedades, ideologías y religiones. Allá donde esté, nunca dejaremos de señalarla y enfrentarla.
Estamos EN PIE contra el auge del fascismo en Europa. Nos repugnan los muros, las fronteras y los pactos de las vergüenzas europeas. Estamos indignadas porque se firmen tratados de libre comercio de mercancías a nuestras espaldas, mientras el Mediterráneo se convierte en fosa común de migrantes y refugiadas. No olvidamos los triángulos rosas y negros, ni el resto del las identificaciones y categorizaciones del nazismo y el fascismo europeos que buscan deshumanizar para luego aniquilar.
Seguimos EN PIE de guerra todos los meses del año, tejiendo resistencias colectivas, construyendo orgullo en la calle, así en junio como en diciembre, en los centros sociales que nos acogen y en las plazas que ocupamos para asamblearnos.
Hartas de que privaticen lo que es de todas, de que gentrifiquen nuestros barrios, de que nos sigan desahuciando con una violencia prodisturbios que pagamos con nuestros impuestos, de que nos esclavicen con sus reformas laborales, de que sigamos siendo acosadas en nuestros puestos de trabajo y en nuestros centros educativos, de que nos condenen al paro y a la emigración mientras se siguen enriqueciendo a nuestra costa.
Hasta el coño de que mercantilicen nuestros cuerpos, de que las trans sigamos siendo tratadas como enfermas, de que sigamos dependiendo del permiso psiquiátrico para cambiar nuestros nombres o nuestros cuerpos cuándo y cómo nos venga en gana, de que el estado español mantenga el apartheid sanitario asesino, de la serofobia y la falta de políticas públicas de prevención del VIH.
Hasta las tetas de que putas y chaperas sigamos sin derechos laborales, de que nos impidan negociar tranquilamente con nuestros clientes las prácticas de sexo más seguro de las que depende nuestra salud, de que nos sigan amordazando, criminalizando y apaleando por salir a la calle a defender lo que es de todas.
Hasta el ojete de que se minimicen las cifras de agresiones transmaribibollofóbicas para no espantar a la clientela del orgullo comercial y de los grandes eventos neoliberales clasistas y antiecológicos como el Worldpride Madrid 2017. Triste papel el del ayuntamiento del supuesto cambio de la Ciudad de Madrid, continuista de las políticas del orgullo empresarial.
No tenemos miedo. Se acabó el callarse, el que dirán y el bullying a escala épica, local y global contra la disidencia sexual, afectiva y de género. Vamos a resistir, responder y a defendernos, cada una y entre todas.
Pero nuestro duelo transmaricabollo se extiende a los más de 100 asesinatos en lo que va de año en Brasil, a la matanza en otro local de ambiente en México, país donde también están exterminando a su propio profesorado, y a los travesticidios en Argentina. Cómo no hablar de la nueva ley de pruebas anales de Kenia, de la transhomofobia en Rusia, de las transmaricabollos atrapadas en el CETI de Melilla y en los CIES, de los lanzamientos de gays de las azoteas en Siria, del Pinkwashing yanqui-israelí, de los asesinatos sociales -mal llamados “suicidios”- de adolescentes transmaricabollos por todo el planeta, que vienen a recordarnos que la lucha sigue y que no hay tregua para la resistencia y la autodefensa transmaricabollo.
¡Y no! No vamos a permitir que instrumentalicen islamofóbicamente, ni de ninguna otra forma nuestro duelo y nuestra lucha. La homofobia y la transfobia son trasversales a todas las culturas, sociedades, ideologías y religiones. Allá donde esté, nunca dejaremos de señalarla y enfrentarla.
Seguimos EN PIE de guerra todos los meses del año, tejiendo resistencias colectivas, construyendo orgullo en la calle, así en junio como en diciembre, en los centros sociales que nos acogen y en las plazas que ocupamos para asamblearnos.
Hartas de que privaticen lo que es de todas, de que gentrifiquen nuestros barrios, de que nos sigan desahuciando con una violencia prodisturbios que pagamos con nuestros impuestos, de que nos esclavicen con sus reformas laborales, de que sigamos siendo acosadas en nuestros puestos de trabajo y en nuestros centros educativos, de que nos condenen al paro y a la emigración mientras se siguen enriqueciendo a nuestra costa.
Hasta el coño de que mercantilicen nuestros cuerpos, de que las trans sigamos siendo tratadas como enfermas, de que sigamos dependiendo del permiso psiquiátrico para cambiar nuestros nombres o nuestros cuerpos cuándo y cómo nos venga en gana, de que el estado español mantenga el apartheid sanitario asesino, de la serofobia y la falta de políticas públicas de prevención del VIH.
Hasta las tetas de que putas y chaperas sigamos sin derechos laborales, de que nos impidan negociar tranquilamente con nuestros clientes las prácticas de sexo más seguro de las que depende nuestra salud, de que nos sigan amordazando, criminalizando y apaleando por salir a la calle a defender lo que es de todas.
Hasta el ojete de que se minimicen las cifras de agresiones transmaribibollofóbicas para no espantar a la clientela del orgullo comercial y de los grandes eventos neoliberales clasistas y antiecológicos como el Worldpride Madrid 2017. Triste papel el del ayuntamiento del supuesto cambio de la Ciudad de Madrid, continuista de las políticas del orgullo empresarial.
No tenemos miedo. Se acabó el callarse, el que dirán y el bullying a escala épica, local y global contra la disidencia sexual, afectiva y de género. Vamos a resistir, responder y a defendernos, cada una y entre todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario