A DIANA LA MATARON POR TRAVA
Existe un gran
colectivo de mujeres trans en Argentina, y en Sudamérica en general, que se
definen como travestis, o mejor, travas. Este término, que aquí en el estado
español puede sonar peyorativo, allí se reivindica como estrategia política, o
como una identidad política, al igual que nosotras reivindicamos términos como
maricas y bolleras, frente a los tradicionales y burgueses apelativos de gais y
lesbianas. En
palabras de Lohana Berkins, activista travesti, quienes se asumen como tales rechazan los binarismos y se sitúan en una
identidad propia. Cuando una persona dice “soy travesti”, asume su propia
belleza T, su cuerpo, y una cuestión que incluso a veces deja paralizado al
feminismo: tener un pene. Es tomar una decisión de no ocultar la posibilidad de
que un cuerpo femenino también puede incluir un pene. Decir soy travesti de
manera orgullosa, sin pedir permiso para ser, para vivir la vida que quieres
vivir. No queremos que nos toleren, sino que nos respeten. Y juntas somos más
fuertes:
¡VIVA LA FURIA TRAVESTI!
Amancay Diana Sacayan además de activista trans, o militante travesti,
como ella prefería autodenominarse, participaba y lideraba la lucha popular y
obrera, con una presencia activa en piquetes y en cualquier otro tipo de acción
en defensa de las personas más necesitadas, estigmatizadas y discriminadas de
los barrios pobres de todo su país, hasta que los hijos bien formados del
sistema capitalista heteropatriarcal terminaron brutalmente con su vida.
Este hecho lamentable pasa a engrosar la horrorosa lista de
travesticidios, femicidios cometidos hacia mujeres trans, que en Argentina, en
lo que va del mes ascienden a tres, y a trece en lo que va del año, según datos
que manejan distintas asociaciones basados en casos reportados. La violencia
contra el colectivo trans, la precariedad económica, la falta de acceso
a la educación, la salud, la vivienda y el
trabajo, así como el VIH-SIDA, que muchas contraen al verse obligadas a
ejercer el trabajo sexual, hacen que en Argentina la expectativa de vida de
este colectivo sea de 36 años.
Y hablamos de femicidio porque lo es todo asesinato de personas que no
encajan dentro de la identidad de hombre cis, ya sean mujeres hetero, bolleras
o bi, cis o trans; así como aquellas identidades de género no binarias, como
las maricas y queers, y también las mutilaciones de niñxs intersexuales, que no
son otra cosa que el asesinato de una identidad.
Pero el asesinato de Diana, además de un crimen de odio, ha sido un
crimen político. Desde el mismo momento en que asumió su identidad travesti,
Diana fue objeto de la violencia social e institucional, y de detenciones, hostigamiento y persecuciones por parte
de la policía. En agosto, Diana había denunciado a la Policía Metropolitana por golpearla y detenerla sin motivos,
luego de que ella se defendiera de una agresión verbal en la vía pública. En
2013, denunció un episodio similar con efectivos de la Gendarmería y la Policía
Bonaerense como protagonistas de golpes, maltrato y abandono de persona.
Además, Diana participó activamente en la redacción de la Ley de Cupos,
aprobada recientemente en la provincia de Buenos Aires, por la que las administraciones públicas de dicha provincia están obligadas a contar con un 1%
de personas trans entre sus empleadxs, y que ha significado un duro golpe a las
tradiciones heterocentristas y machistas de estas instituciones
heteropatriarcales.
Argentina cuenta con una ley de género de avanzada,
pionera en el mundo, y que muchas quisiéramos tener aquí. Pero esta ley, como
suele suceder con ellas, no nos protege de la violencia transmaribifóbica a la
que debemos enfrentarnos constantemente en
las calles, las escuelas, los hospitales, los centros de trabajo, y en
cualquier otro ámbito. Es necesario un cambio profundo en la sociedad, una
educación inclusiva que asuma como una realidad y respete la diversidad de las
personas no cis-heterosexuales, para terminar con la lacra que significa la
violencia contra las mujeres, las transmaribolleras, las inmigrantes, las
precarias, y cualquier otro colectivo marginalizado.
Por todo esto nos seguimos organizando y luchando
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